"Sólo necesitamos conectar la fisicalidad a la esencia espiritual que somos"

martes, 16 de marzo de 2010


MADRE TIERRA

"Vidreres". Acuarela 25x35

En el silencio del campo me recuesto
sobre la tierra, húmeda por el sudor
de la noche y siento que de su vientre formo parte.

Ella me acoge en su regazo
blando de hojas y de musgo suave.

Miro los grandes árboles que se mecen
al compás del baile que el viento les ofrece.

Y sus hojas giran,
sus ramas se estremecen y se alargan
cual brazos ansiosos que quisieran palparse.

Por sus venas de madera corre savia
como fluye la sangre por mi carne.

Escucho el latido de la Tierra
y escucho el llamado de la Madre,
de los árboles, del viento.

Nuestra Madre
que me dice quedamente, con ternura:

"Ya vendrás,
mi refugio de silencio a integrar;
volverás al inicio de tu vida, y con tu aliento
formarás la nueva especie,
y verás
que la vida no se acaba con tu muerte,
sólo cambia,
se prolonga para nutrir así mis sentimientos
con los pálidos reflejos de tu corazón, ávido de mi silencio".

¡Madre mía!
Te conozco, te respeto.
Dios te puso en mis inicios y a ti pertenezco.
Pero déjame gozar de este momento sin temor de exhalar
entre tus brazos
mi último aliento.

Madre Tierra,
de ti vengo y a ti vuelvo,
ya que todo será tuyo, y lo deseo.

Si hasta el llanto que de mis ojos brota es tu riego.

No me pidas demasiado por ahora,
pero espérame.
A ti iré con el cansancio de mis días y de mis largos inviernos.


Maria Eliana G.

(Muchas gracias, Arianna)

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