"Sólo necesitamos conectar la fisicalidad a la esencia espiritual que somos"

martes, 23 de marzo de 2010


GOVINDA

Fotografía de Joy

-Siddharta -empezó-, hemos llegado a ser hombres viejos. Difícilmente en esta vida volveremos a encontrarnos. Veo, amigo. que has hallado la paz. Yo te confieso que no la he conseguido. ¡Dime, venerable, una palabra más! ¡Dame algo para el camino, algo que pueda entender y comprender! Concédeme algo para ese camino. Frecuentemente mi marcha es difícil y sombría, Siddharta.
Siddharta no pronunció palabra; le miró con sonrisa tranquila,, siempre igual. Govinda clavó su vista fijamente en su rostro, con temor, con anhelo. Su mirada expresaba sufrimiento y una búsqueda eterna y un eterno rastrear.
Siddharta le observó y sonrió.
-¡Acércate a mí! -susurró al oído de Govinda-. ¡Acércate a mí! ¡Así, más cerca! ¡Muy cerca! Y ahora, ¡besa mi frente, Govinda!
Y sucedió algo maravilloso mientras Govinda obedecía sus palabras, entre un presentimiento y el amor que le atraía: se le acercó mucho y rozó su frente con los labios. Todo ocurrió mientras sus pensamientos se ocupaban todavía de las extrañas palabras de Siddharta, mientras se esforzaba aún por quitar el tiempo en vano y con resistencia de sus pensamientos, y de imaginarse el nirvana y el sansara como una misma cosa, a la vez que sentía desprecio por las palabras de su amigo y luchaba en su interior conm un enorme respeto y amor. Así fue:
Ya no contemplaba el rostro de su amigo Siddharta, sino que veía otras caras, muchas, una larga hilera, un río de rostros, de centenares, de miles de facciones; todas venían y pasaban, y sin embargo, parecía que todas desfilaban a la vez, que se renovaban continuamente, y que al mismo tiempo eran Siddharta. Observó la cara de un pez, de una carpa, conm la boca abierta por el inmenso dolor, de un pez moribundo, con los ojos sin vida..., vio la cara de un niño recién nacido, encarnada y llena de arrugas, a punto de echarse a llorar..., divisó el rostro de un asesino, le acechó mientras hundía un cuchillo en el cuerpo de una persona... y al instante vislumbró a este criminal arrodillado y maniatado, y que el verdugo le decapitaba de un golpe de espada..., distinguió los cuerpos de hombres y mujeres desnudos y en posturas de lucha, en un amor frenético..., entrevió cadáveres quietos, fríos, vacíos..., reparó en cabezas de animales, de jabalíes, de cocodrilos, de elefantes, de toros, de pájaros..., observó a los dioses, reconoció a Krishna y a Agni..., captó todas estas figuras y rostros en mil relaciones entre ellos, cada una en ayuda de la otra, amando, odiando, destruyendo y creando de nuevo. Cada figura era un querer morir, una confesión apasionada y dolorosa del carácter transitorio; pero ningunamoría, sólo cambiaban, siempre volvían a nacer con otro rostro nuevo, pero sin tiempo entre cara y cara... Y todas estas figuras descansaban, corrían, se creaban, flotaban, se reunían y encima de todas ellas se mantenía continuamente algo débil, sin substancia, pero a la vez existente, como un cristal fino o como hielo, como una piel transparente, una cáscara, un recipiente, un molde o una máscara de agua; y esa máscara sonreía, y se trataba del rostro sonriente de Siddharta, el que Govinda rozaba con sus labios en aquel momento.
Así vio Govinda esa sonrisa de la máscara, la sonrisa de la unidad por encima de las figuras, la sonrisa de la simultaneidad sobre las mil muertes y nacimientos; esa sonrisa de Siddharta era exactamente la misma del buda, serena,fina, impenetrable, quizá bondadosa, acaso irónica, siempre inteligente y múltiple, la sonrisa de Gotama que había contemplado cien veces con profundo respeto. Govinda lo sabía: así sonríen los que han alcanzado la perfección.
(...)
Govinda se inclinó profundamente: las lágrimas rodaron por sus mejillas arrugadas, sin que él siquiera lo notara; sintió como fuego su más profundo amor, su más modesta veneración en el alma. Se inclinó ante Siddharta, casi hasta el suelo; Siddharta permanecía sentado, sin moverse, y su sonrisa recordaba todo cuanto había amado en la vida, todo cuanto había considerado valioso y sagrado.

"Siddharta". Herman Hesse

12 comentarios:

  1. Un clásico muy actual, una sabiduría imperecedera. Hesse supo trasladar al papel la voz inmortal que late en cada uno de nosotros.
    Un fuerte abrazo, Joy.
    (Por cierto, la nota informativa en el apartado de inserción de mensajes define la coherencia de tu blog: "Siéntete libre de comentar lo que quieras". Un ejemplo a seguir.

    ResponderEliminar
  2. Esta página de Siddharta, una obra que leí hace mucho tiempo, me ha llevado de viaje por tantas experiencias y tantas cosas que han pasado desde entonces. Al igual que el mismo Siddharta, una manera de asomarme al río de la vida.
    Gracias a esta página, hoy he comenzado el día de un modo singular, que no se parece a nada. Gracias por compartirla, Joy. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Javier, un fuerte abrazo también para tí, y mi reconocimiento y gratitud por la sabiduría que vuelcas en tus reflexiones y entradas.

    Me quedo con tu hermosa expresión "la voz inmortal que late en cada uno de nosotros".

    Es cierta, y es poesía!

    (Y sí, siento que tu libertad y la mía son la misma, tanto en vivir como en expresarnos. Gracias por tu apreciación).

    ResponderEliminar
  4. Sabes, Furia?, también leí a Siddharta hace mucho tiempo, tenía 17 años y significó tanto para mí!... Me abrió una dimensión desconocida y mucho más amplia, de cuyas aguas bebí como consuelo cuando desaparecieron de mi vida dos amigos, uno de forma muy trágica y otra silenciosamente fue llevada por un cáncer... ambos a los 22 años (importante este 22, en mi vida) y gracias a Hesse pude "ver" más allá, al menos, intelectualmente, y esta semilla que dejó en mí ha ido germinando y floreciendo cuando así lo ha decidido la Conciencia...

    Hace menos de un año, sentí el gusto de releerlo, y me alegró haberlo hecho. Fue visto con otros ojos, más amplios.

    Me alegra haber sido un vehículo para tu viaje de hoy; que la Vida te haya presentado en bandeja algo que, quizás, también había de ser visto con ojos renovados, con límites cada vez más desdibujados...

    Y, realmente, es un placer compartir con vosotr@s; soy yo quien agradece vuestro abrazo cada día!

    ResponderEliminar
  5. Hola Joy:

    Leo y releo a Hesse en esta obra de su clara comprensión real, siempre descubro algo más, hoy al leer este fragmento sentí que mi mirada se agudizaba hasta lo ilimitado...gracias amiga por este regalo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Es la Existencia quien escribe a través de nuestras manos, y quien elige lo que compartir con otros que son Sí mismo...

    Soy yo quien agradece a la Existencia estos textos, estos amigos, este transitar...

    Un amoroso abrazo, amiga Delia.

    ResponderEliminar
  7. Siddharta de Hermann Hesse ha sido mi libro preferido desde que tenía 20 años, te podría contar varias historias en relación a este libro y su contenido.
    Fue el libro que me abrió las puertas de la espiritualidad, creo que con esto ya lo digo todo.
    Gracias por hacerme recordar.
    Un abrazo muy amoroso para ti, Joy

    ResponderEliminar
  8. Hola, estimada Sina,

    Es encantador observar cómo "Siddharta" nos abrió las puertas a tantas personas que caminamos con cierta proximidad...

    Me encantará compartir un día contigo esas "varias historias"... y yo te contaría alguna más, como que fue un libro "repetido" cuando decidimos compartir vida Guillem y yo, ya que él también lo había recibido como regalo de un profesor, al igual que yo, de una profesora del insti... Y como ya he comentado, me abrió las puertas de Oriente...

    Quien sabe... quizás un día nos expliquemos más historias...

    Un amoroso abrazo también para tí, y buenas noches!

    ResponderEliminar
  9. Hola amiga, gracias por pasar por mi blog!
    Además de la pintura, encuentro aquí profundidad de espíritu. A mí también hace muchos años H.Hesse abrió mi mente y fue uno de los primeros en acercarnos a la filosofía oriental, que era algo casi desconocido.
    Uno de mis libros de cabecera es el Tao te king, de Lao Tsé, para mí encierra gran sabiduría.
    Nos seguiremos visitando. Y te felicito por tu apodo: Joy. Hacen mucha falta seres con alegría en este mundo.

    ResponderEliminar
  10. Querida Graciela, un honor recibir nuevos amigos para compartir estos espacios que tanto nos acercan y unen, por ello bienvenida siempre, y aquí o allí nos iremos encontrando.

    Bellísimo, profundo, sutil y sencillo, el Tao Te King. Coincido contigo, y gracias por recordármelo. Cualquier día de estos, entraré algo de él. Sí, lleno de sabiduría.

    En cuanto al apodo, la verdad es que él me eligió a mí, porque es un nombre que me lo comenzaron a llamar unos cuantos amigos cuando era jovencita y que luego fueron incorporando otros (no sabía ni qué significaba, entonces...) y sí, me siento cómoda con él. Me alegra que te guste!

    Un abrazo grande, amiga.

    ResponderEliminar
  11. Hola Joy

    Como decias... el mismo día "nos elegía" a ambas un extracto de Siddharta para compartirlo!

    Por cierto tus fotografias son fantásticas todas! Me encantan

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Hola querida Azul!

    En efecto, los textos vienen a nosotr@s...
    El único "mérito" consiste en estar receptiv@.

    Muchas gracias por tus visitas y me encanta que te encanten ;) las fotos. No hay muchas, porque aprovecho para dar más a conocer mis acuarelas, pero la verdad es que también disfruto con ellas.

    Un abrazo grande, amiga.

    ResponderEliminar

Sientete libre de comentar lo que quieras.